Posible estudiante de ciencias con su asesor |
La discriminación es uno de los peores enemigos de la ciencia, impide que se expresen la ideas y los prejuicios se anteponen a las pruebas y los hechos, únicos elementos que deberían de contar en una razonamiento lógico. Y la academia ha sido un coto de discriminación por mucho tiempo, en particular para la mujer.
De acuerdo con un estudio de la Unión Europea, realizado entre 1998-1999,la participación de la mujer en universidades es de 52% en el rol de estudiantes, y de 11.6% en el papel de investigadores/profesores titulares. Estrepitosa caída para una sociedad que dice valorar la igualdad, la fraternidad y la libertad. ¿Qué pasó con esas estudiantes para que no poke-evolucionaran en académicas? ¿se convirtieron en amas de casa o en exclavas de Jabba the Hutt? ¿Consiguieron mejores empleos que los que ofrecen las universidades?
Este problema sistémico requiere un poco más que contratación de mujeres en las facultades por medio de la llamada "discriminación positiva", o que aparezcan en más charlas de televisión o YouTube o TED, o que sus libros estén en los estantes de cafés hipsters. El problema se resuelve alentando y apoyando a las niñas a seguir su vocación, incluso si esta es de corte científico.
En el exquisito libro "Querido profesor Einstein: correspondencia entre Albert Einstein y los niños", aparece el intercambio entre el ganador del premio Nobel (1921) y una niña sudafricana llamada Tyfanny. Con una carta fechada el 19 de septiembre del 1946, la niña dice (con mi traducción libre):
"Olvide decirte, en mi pasada carta, que era una niña. Quiero decir soy una niña. Siempre me he negado a que este sea un problema, pero ahora estoy más o menos resignada al hecho. Cómo sea, odio los vestidos y bailes y todas las cosas que usualmente les gusta a las niñas mimadas. Por mucho prefiero los caballos y montar. Hace tiempo, antes deseaba convertirme en científica, ahora quiero ser un jockey y cabalgar en carreras de caballos. Pero eso fue hace años. ¡Espero que no piense menos en mi mí por ser una niña!"
Con un tiempo de respuesta rápido, para estándares de esa época, Einsten respondió de modo sucinto, con fecha de octubre de 1946:
"No me molesta que seas una niña, pero lo más importante es que a ti no te moleste. No hay razón para ello."
La respuesta concreta y tal vez sincera: no tiene porque ser un problema que seas una niña para seguir tus sueños. El género (igual que el color de piel, la religión y la orientación sexual) no deberían pesar a ni favor, ni en contra, para seguir un vocación. El reto de nuestra sociedad esta en la equidad, incluso cuando se entrega la calificación de una tarea o una plaza de investigador.
Finalmente les dejo con un lindo video de 19 mujeres destacadas en la ciencia y tecnología, algunas de ellas son poco conocidas.
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