Hace unas semanas hablaba con una joven estudiante de matemáticas, quien afirmaba que la matemática debe de librarse de espurias prácticas como la
demostración por contradicción.
Senti como si derramaran café caliente en mi espalda, más adelante la misma chica me dijo que ramas como la estadística era vil y de poca monta.
Pues bien, conflicto a la vista, en una esquina vestida de blanco puro, una matemática de ideas idealistas de hacer ciencia solamente porque le parece bella. En la otra esquina, vestido de rojo, con un tridente, un físico experimental, quien ha visto mucho de lo malo y es muy rudo en sus juicios. Como siempre en este tipo de contiendas, como en la lucha libre, nunca hay un claro ganador, es más suele suceder quien parece que perdió, en realidad gano, así son de contradictorios estos debates bizantinos.
Pero puedo decir dos cosas en contra de esa idealización de la matemática, comparándola como una labor mística, y evitando la idea mundana de la utilaridad de la matemática.
1) La belleza es relativa. Para un contador sus sumas en la hoja de Excel pueden ser bellas pues le recuerdan la casa de campo donde pasa los fines de semana con su amante más joven. Pero también puede un matemático sentir una profunda sensación de belleza al ver una hoja escrita con una caligrafía que solo algunos iniciados pueden entender. La belleza como concepto, más allá de las cogniciones que comportamos los humanos, varía de persona a persona. Muchos sentirán horrible un problema de cálculo, mientras que otros lo resolverán y tendrán una sensación hermosa.
2) Es mejor tener una mente abierta, pero hay que evitar que se rompa la frente en el proceso. Una cosa es apasionarse por lo nos gusta y somos buenos en hacer, otra cosa es que despreciemos el resto. La intolerancia nunca le ha servido a la ciencia. Primero encuentra una solución, sin importar que te parezca practica de barbaros, luego si quieres embellécela. Un ejemplo de la física, El papa de la mecánica cuántica,
Max Planck resolvió el problema de la radiación de cuerpo negro, proponiendo una idea que solucionaba el problema, pero que nunca le gusto: la energía puede suceder en unidades indivisibles.
Escupir con saña en la cara a los estadísticos, computologos o contadores es una posición personal, es ganas de ganar el debate, es desear estar lejos de una verdad, lejos de la ciencia.