Tres inconvenientes del colegio-online moderno

En estos tiempos cibernéticos esperamos que sean más las escuelas/universidades que permitan a los estudiantes estudiar en línea o por lo menos complementar sus cursos presenciales con materiales de consulta en Internet.

Y lo cierto es que es una tendencia la educación en línea. La universidad de Stanford, por ejemplo, ha logrado inscribir más de 150 mil estudiantes internacionales a un curso de inteligencia artificial (que no tiene valor oficial) únicamente utilizando a dos profesores de renombre. Es un éxito inscribir tantos estudiantes en un curso tan especializado/complicado con la promesa de obtener conocimiento y nada más.

Sin embargo, antes de poner un curso en línea se deben de considerar algunos aspectos negativos del uso desmedido de la educación virtual.

Primero, hay estudiantes que necesitan la guía personalizada y cara-a-cara de un profesor/instructor. Este tema es especialmente delicado en cursos que requieren un laboratorio, donde se supone que los estudiantes deben aprender a usar equipos y protocolos de trabajo, como puede ser en temas de química, medicina, física, entre otras. En un modelo educativo por competencias, hay que considerar a los estudiantes que necesitan un contacto cercano con personas; en estos casos el profesor y compañeros también tiene el papel motivador: en muchas situaciones funciona mejor cara-a-cara. Para alentar a alguien a hacer un problema de matemáticas, puede ser más efectiva una palmada en la espalda, que un mensaje de texto al teléfono celular.

En segundo lugar, estudiantes que tienen problemas con la administración de su tiempo, quienes requieren cursos remediales, y quienes tienen problemas con la interfaces –además de los discapacitados, considero aquí a quien no se adapta rápido a una interfaz– pueden sentirse más motivados en un curso presencial que uno online. En tales circunstancias un profesor puede adaptar sus temas para que sean más significativos para sus estudiantes, puede identificar rápidamente puntos débiles y ajustar (profundizando o no) un tema en particular. Esta adaptabilidad del profesor a la clase es la virtud de la libertad de cátedra; la que en su mejor versión permite obtener lo mejor de un profesor para cierto grupo de estudiantes bien delimitados.

Finalmente, la mala interacción de los cursos online es uno de los problemas principales para lograr demostrar la adquisición de conocimiento y mejorar el número de estudiantes aprobados. Por un lado hay profesores que interactúan lo mínimo con sus estudiantes online. La causa es por las dos vías: profesores con poco compromiso o que desconocen las necesidades de los estudiantes y estudiantes con mínima motivación, pena a preguntar (sí, también pasa online) o que no saben expresar sus dadas.

Pero también hay profesores que diseñan una interacción forzada y exhaustiva, pero que a la larga causa un desastre de clase. Ese fue el caso de un curso que me inscribí este año: Fundamentals of Online Education: Planning and Application” del portal Coursera, los profesores pedagogos deseaban –desde el primer día– crear grupos de 20 individuos, que se realizaran discusiones colectivas, se enviaran trabajos en grupo y cubrir todo eso que en pedagogía teórica se pide como pruebas mínimas para mostrar un conocimiento adquirido. A este curso se inscribieron más de 40 mil personas. Lamentablemente, en la misma semana se tuvo que cancelar. Resulta que los instructores abrieron una hoja de cálculo en Google para que cada estudiante anotara su nombre y formar los grupos. Pero los instructores carecieron de la precaución de poner candados, por lo que los usuarios borraban y escribían nombres indiscriminadamente. Imagine a 40 mil persona en un mismo documento online borrando y escribiendo sin control alguno; en tal frenesí un servidor de Google colapso. Ante tal caos los instructores optaron por cancelar el curso. Este fue el primer curso de abortado por Coursera que lleva más de 100 cursos completados, hasta ahora.¡Qué ironía! Llamarse experto de cursos online, desconocer tus herramientas de trabajo, olvidarte de la gestión de un grupo y abandonar. Y esta anécdota es un llamado a la humildad para todos los que somos profesores y preparamos materiales didácticos online o presenciales: hay que planear la interactividad y comodidad de los estudiantes para adquirir la información.

Los cursos online son una enorme oportunidad para brindar educación masiva de calidad. Pero hasta ahora, la evidencia muestra que un curso online mal diseñado puede ser perjudicial para los estudiantes.

Referencias:


3 comentarios:

  1. Esta es la primer parte de comentarios que Maxella me ha dejado en menéame:
    He colgado el siguiente comentario en la blog del link. No sé si es accesible a todos por eso lo repito aquí.
    En su artículo usted sugiere que las MOOCs no se adaptan a todos los estudiantes, por lo que el trasfondo del artículo es que en su opinión las MOOCs no pueden sustituir de forma definitiva la educación presencial tradicional, pero no a cualquiera, sino concretamente a la educación no superior. Esto es claro puesto que el nivel de interacción que comenta que estos estudiantes necesitan no ocurre en la educación superior. Siendo así, estoy completamente de acuerdo. Este tipo de educación ha de estar enfocada a los ciclos de educación superior y en este sentido me gustaría que diéramos un paso atrás, justo al mes de septiembre del 2011, un mes antes de que Sebastian Thrum y Peter Norvic comenzaran con su curso Introduction to Artificial Intelligence. En ese momento, cualquiera que hubiese querido acceder a los conocimientos que se impartieron en ese curso hubiese tenido que inscribirse en un curso similar en cualquier universidad que lo impartiese (no todas lo hacen), y que en general se encuentra a partir del segundo o tercer año de la licenciatura o grado, por lo que suelen exigir haber cursado asignaturas previas dentro del grado de informática. La otra opción es a través del estudio de libros sobre en relación a la inteligencia artificial. Estas dos opciones tienen en el problema añadido de que el nivel requerido de conocimientos previos para llegar a entender los materiales que se desarrollan tanto en esas clases o en lo libros no están al alcance de alumnos sin un contacto previo con las materias de matemáticas, estadística, probabilidad y programación. Lo que consiguieron un mes después fue que alumnos sin conocimiento previos en esas áreas pudiesen aprender, comprender, reflexionar e imaginar no sólo qué es la inteligencia artificial, sino que abrió a muchos de esos alumnos un campo completamente nuevo que la barrera de las matemáticas, la estadística, la probabilidad y la programación les impedía conocer. Es decir, esta iniciativa supuso un puente entre los alumnos y materias de gran complejidad, en este caso el estudio de la inteligencia artificial.

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  2. esta es la segunda parte:

    Los problemas que plantea se centran en la necesidad del cara a cara en la enseñanza, pero ese nivel de cara a cara, como le comentaba anteriormente, no existen en la educación superior. Ningún profesor de la universidad da una palmada en la espalda para animar al alumno a resolver un problema de matemáticas, eso es más de la ESO o el Bachillerato. Por otro lado es cierto que los foros online no son la panacea, pero también es verdad en la enseñanza tradicional hay profesores que se implican más y otros que nunca los encuentras en su despacho en las horas de tutorías o que simplemente no permiten preguntas y ningún profesor que se implica en un curso MOOCs lo hace sin motivación para ello, como comenta. Después de participar como alumna en cursos impartidos en Coursera, Edx y Udacity, nunca me he encontrado con ese problema, cuando he tenido alguna duda era resuelta por algún compañero con mayores conocimientos, por el profesor o por el personal de apoyo. Además he visto como todos ellos fueron mejorando en las siguientes convocatorias, es decir, el nivel de adaptabilidad de los conocimientos impartidos no es el óptimo en comparación a una enseñanza tradicional, pero supone un avance si lo comparamos con formatos más cerrados como un libro especializado. Por esto no entiendo porqué habla de “la mala interacción de los cursos online”.
    Otro problema que nombra es la gestión del tiempo. En esto debo decir que el formato de MOOCs es perfecto para aquellos que no disponen de 1 ó 5 horas diarias para acudir a un aula, pero que disponen de tiempo en sus fines de semana o una vez que acaba el día. Además, el hecho de que se cada semana se exija la entrega de una tarea con una fecha límite obliga al alumno a organizarse.
    Obviamente los MOOCs no pueden sustituir la interacción física con equipos típicos de laboratorio, en eso estoy de acuerdo.
    Siento su mala experiencia con el curso “Fundamentals of Online Education: Planning and Application”, en los ocho cursos que he participado no me ha ocurrido nada parecido, pero tampoco creo que a partir de un sólo curso que se cancelara la misma semana se puede valorar esta nueva propuesta. En cualquier caso, y como comenta en su último párrafo, un curso mal diseñado puede ser perjudicial para los estudiantes, online o presencial, con la diferencia que en este caso los MOOCs son voluntarios, y muchos de ellos están por duplicado, por lo que si no te gusta un profesor o un formato, puedes probar con otro. Esto no ocurre en los cursos presenciales.
    En mi caso, el haber participado en Introduction to Artificial Intelligence ha supuesto un cambio en mi carrera profesional desde la biología molecular a la biología de sistemas y la bioinformática, además he conocido dos de los mejores profesores que he tenido nunca, Sebastian Thrum y Andrew Ng con su curso Machine learning y aunque actualmente sus títulos no son reconocidos a nivel intitucional, si que me han permitido acceder a un mejor puesto de trabajo. Ni que decir tiene que esto no hubiese sido posible sin esta iniciativa.

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    Respuestas
    1. Gracias a maxella puedo aclarar algunos puntos:
      1) Sí, estaba pensando en educación superior. Pero creo mi tesis es valida a otros tipos de educación.
      2) El nivel de motivación e interacción que comento si puede existir en clases presenciales de nivel universitario. Yo lo práctico con mis estudiantes, a veces con mucho éxito. Tanto en cursos teóricos y de laboratorio de física he tenido buenos resultados. Ya depende de cada profesor aplicar alguno que crea conveniente.

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