¿Buen expositor implica buen profesor?

Imagina que recibes la misma conferencia/clase dos veces: una impartida por un carismático e histriónico conferencista/instructor, quien evita leer sus notas y mantiene contacto visual contigo; y otro inseguro instructor inseguro, que se esconde detrás de sus notas y tartamudea. De estos dos instructores, ¿de quién aprenderás más?
 
Pues parece que la diferencia entre estos dos instructores es insignificante para tu aprendizaje; de acuerdo con Shana K. Carpenter y amigos del departamento de psicología de la Universidad de Iowa, E.U.
 
Los investigadores le pidieron a dos grupos de estudiantes que vieran un video de la misma conferencia/clase, con el mismo instructor. Pero en uno el instructor se muestra elocuente y seguro en su exposición; en contraste, en el otro video el mismo instructor es un insípido y tímido expositor.
 
Posteriormente, a los dos grupos de estudiantes se les pregunto cuánto sentían que habían aprendido; quienes habían experimentado una exposición deficiente se sentían menos seguros por lo aprendido que el grupo expuesto a un buen conferencista. Luego, a los dos grupos se les brindo el guión de la clase, y se les pidió que lo estudiaran cuanto quisieran. Los que se sentían seguros por presenciar una buena clase estudiaron poco el guión, a diferencia de los que se sentían inseguros por su mal expositor, quienes leyeron con más cuidado este guión. Finalmente, una prueba de conocimientos (a corto plazo) mostró que había muy poca diferencia entre los dos grupos de estudiantes, como se muestra en la siguiente figura.

 
En mi opinión, la percepción de estos estudiantes se basa en las habilidades de exposición del instructor y no de su propio aprendizaje significativo. Es decir, los estudiantes están sobre-confiados de sus conocimientos por presenciar una buena clase, pero sus conocimientos no han sido retados, estos estudiantes no han echo su trabajo para adueñarse del conocimiento.
 
Ser un buen expositor es una habilidad que los profesores deben adquirir, pues les permite una mayor conexión con el grupo y con su patrón. ¡Claro que sí!
 
Y es todavía mejor si periódicamente se ponen a prueba los conocimientos de los estudiantes. Involucrarlos más a profundidad en los temas expuestos: investigaciones previas, preguntas abiertas y directas en la clase, preguntas de opción múltiple, trabajos en equipo, y ejercicios durante la clase son un ejemplos básicos y no únicos para hacerlos protagonistas de esa lección.
 
Estos resultados son importantes para el trabajo de los profesores que tienen contacto con sus alumnos. Y todavía es más importante para los profesores quienes diseñan cursos online y que se tienen más limitada su interacción con sus alumnos. Por lo cual, las clases virtuales deben buscar más formas de involucrar, retar y hacer participar a los alumnos para que se adueñen realmente del conocimiento y que evite la trampa de la autosatisfacción.

Por separado, varios profesores como Eric Mazur (Universidad de Harvard) y Derek Muller (Veritasium), en diversos espacios, han insistido que brindar de lleno todas las respuestas, sin involucrar de lleno al estudiante en la adquisición del conocimiento, conlleva a malos entendidos en los temas más básicos y que se van arrastrando a lo largo de otros cursos más avanzados. Así, el mayor peligro no es la ignorancia, sino la sensación de conocimiento. Pero todo esto... esto es para otra historia en este blog.
 
 
Referencia:

ResearchBlogging.org Carpenter, S., Wilford, M., Kornell, N., & Mullaney, K. (2013). Appearances can be deceiving: instructor fluency increases perceptions of learning without increasing actual learning Psychonomic Bulletin & Review DOI: 10.3758/s13423-013-0442-z

1 comentario:

  1. Muy interesante el estudio, se agradece la publicación.
    Saludos Cordiales

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